¿Tienes tú una mentalidad de abundancia?

Hay una manera de pensar que les permite a ciertos empresarios construir negocios prósperos y exitosos, les ayuda a enfocarse en las soluciones y no en los problemas, y los faculta para reconocer oportunidades donde otros solo ven obstáculos. Esto no quiere decir que solo ellos tengan acceso a este modo de pensar ya que, como veremos en la siguiente sección, esta mentalidad de abundancia se encuentra al alcance de cualquiera que desee desarrollarla.

J. Paul Getty decía: “Pese a que un 80% de las riquezas del mundo se encuentra en manos de un 20% de las personas, si juntásemos todas estas riquezas y las repartiésemos de manera igual entre cada uno de los habitantes del planeta, en 5 años estas riquezas estarían en las manos de este 20% inicial”.

La razón es sencilla. Mientras algunos individuos poseen una mente prospera, otros se han ocupado de adoptar hábitos que los mantienen siempre al borde de la quiebra. Tienen una mentalidad de pobreza y escasez capaz de disipar la más grande de las fortunas. Suelen estar consumidos mentalmente por todo aquello de lo cual creen carecer y entre más piensan en sus debilidades, estas más se agudizan. Sus pensamientos más dominantes son la pobre economía, la crisis mundial, lo difícil que es sacar su negocio adelante, la falta de dinero, las deudas, la mala suerte y lo injusta que es la vida.

 Quienes se dejan guiar por una mente prospera suelen enfocar su pensamiento en lo que desean alcanzar, en las ventajas competitivas de su negocio, en sus fortalezas y atributos personales. No es que ellos sean superdotados ni posean talentos fuera de lo común, lo que sucede es que no pierden su tiempo pensando en lo que no creen poseer

“ La mejor manera de superar tus debilidades es enfocándote en tus fortalezas

Seamos conscientes o no de ello todos estamos vendiendo constantemente. De hecho, la persona que compartió conmigo esta vaca de “yo no soy bueno para las ventas” lo hizo a través de un mensaje electrónico de más de tres páginas en las que detallaba de manera muy convincente sus falencias: era tímido, nada persuasivo y no poseía lo que él llamaba “el don de gentes”. Describía su personalidad introvertida, su timidez, la dificultad que tenía para hablar con las personas y hacerse entender y, en general, la poca facilidad que creía tener para las ventas.

 Lo curioso es que me presentaba todos estos argumentos para apoyar la decisión que parecía ya haber tomado de no involucrarse con el negocio que le acababan de proponer. Su correo era un acto desesperado de ver si yo coincidía con todas las pruebas que él presentaba en defensa de su decisión.

Muchos de ellos empezaron su negocio con escasos recursos y algunos inclusive partieron de la bancarrota. ¡Es cierto! Tan increíble como te parezca, el millonario promedio ha estado en la quiebra o cerca de ella 3 a 4 veces. Ha fracasado una y otra vez antes de encontrar la oportunidad adecuada para lograr el éxito financiero. Su triunfo ha sido el resultado de no darse por vencido y persistir hasta alcanzar sus metas.

 A menudo se nos mete en la cabeza que los empresarios exitosos estaban predestinados para triunfar, que poseían un gen especial o una habilidad innata para los negocios o heredaron de sus padres el talento para comerciar. Sin embargo, cuando analizamos la vida de los empresarios más admirados a lo largo de la Historia, vemos que han sido personas normales que decidieron pensar y actuar de manera extraordinaria.

 La buena noticia sobre la estadística a la que Getty se refería es que todos tenemos la capacidad para tomar la decisión de pertenecer a ese 20% más productivo que él menciona. Lo único que debemos hacer es estar dispuestos a aprender, crecer y desarrollar los talentos necesarios para triunfar. Sin embargo, es importante entender que la liberación de nuestra creatividad y potencial interior no sucede de la noche a la mañana. El éxito es el resultado de la dedicación y el esfuerzo continuos.

“Todos triunfamos o fracasamos a propósito, ya que el éxito y el fracaso son el resultado de nuestras propias decisiones”

Algunos empresarios novatos se dan por vencidos al poco tiempo de haber comenzado sus negocios creyendo que si en unas pocas semanas no asimilan todo aquello que necesitan aprender para triunfar, tal vez nunca lo aprenderán. No han entendido que el éxito toma tiempo y exige trabajar con paciencia en el desarrollo de múltiples habilidades.

 El Proyecto Talento (The Development of Talent Research Project) llevado a cabo por la Universidad de Chicago puso en evidencia la disciplina y constancia que se requiere para triunfar. Esta investigación buscaba examinar de cerca las carreras de aquellos científicos, escultores, pianistas, médicos y deportistas, todos considerados como brillantes, para descubrir cuánto tiempo les tomó llegar a la cumbre de sus profesiones.

En el caso de 24 pianistas de fama mundial, por ejemplo, se encontró que el período de tiempo promedio transcurrido entre la primera lección que tomaron y el primer premio o reconocimiento internacional recibido fue de alrededor de 17 años. Los científicos toman aún más tiempo. Por su parte, aquellos tenistas que logran grandes éxitos en su adolescencia han practicado este deporte disciplinada y rigurosamente desde los 3 o 4 años.

Los investigadores encargados de realizar este estudio concluyeron que las dotes naturales no son suficientes para lograr tan altos triunfos a menos que vayan acompañadas por un largo proceso de educación, práctica, motivación y sobre todo, disciplina.

Así es que liberamos nuestro verdadero potencial ya sea que aspiremos a triunfar en las artes, los deportes o los negocios.

“Creer en ti mismo es darte cuenta del potencial que se encuentra en tu interior. ¡Decláralo! ¡Acéptalo! ¡Comienza a utilizarlo!”

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