¿Qué puedo hacer? ¡Mi gordura es hereditaria!

La obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial. Un estudio liderado por científicos del Imperial College de Londres encontró que más de 640 millones de personas en el mundo —la cifra más alta registrada en la Historia— padecen de obesidad. Y, si bien un gran número de individuos es consciente de su necesidad de perder peso, la mayoría encuentra múltiples evasivas para no hacer nada al respecto. Lo interesante es que muchas de estas excusas parecen ganar credibilidad al atribuírseles factores genéticos o hereditarios que lo único que buscan es legitimar la excusa y convencernos de que cambiar dicha realidad es imposible.

No te imaginas la cantidad de veces que escucho personas tratando de justificar su obesidad con la vaca de “mi gordura es hereditaria”, “mi papá siempre fue obeso”, “a mi mamá también le cuesta mucho bajar de peso”, “casi todos en mi familia sufrimos de sobrepeso”. Sin duda, hay factores genéticos que inciden en mayor o menor grado en el funcionamiento del organismo, pero hay otra condición que debe estar presente para que la “obesidad genética” se desarrolle: los malos hábitos. Es posible que tengas genes que te hagan más propenso a la gordura; pero, si tus hábitos alimenticios y de ejercicio te ayudan a prevenir que estos genes se manifiesten, lo más probable es que nunca seas obeso.

En la mayoría de los casos, el factor que más contribuye al sobrepeso no es la genética, sino las decisiones que tomas con respecto a lo que comes y al tiempo que dedicas para hacer ejercicio y cuidar de tu salud. La única manera de matar la vaca de “lo mío es hereditario” es entendiendo que, aunque no puedas cambiar tu genética, sí estás en capacidad de cambiar tus hábitos.

“ Comienzas corriendo tras tus metas, después corres para que tus excusas no te alcancen y al final continuas corriendo porque ya no sabes ir despacio”

Es sencillo. Tienes dos opciones: permitir o impedir que esta vaca te condene a una vida de gordura y obesidad. Todo depende de si decides adoptar o no el papel de víctima. Lo más fácil sería convencerte a ti mismo de que la culpa no es tuya; de que tú simplemente estás pagando los platos rotos; de que los verdaderos culpables son tus padres que no supieron cuidar de su salud y te dejaron de herencia tu sobrepeso.

 Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a continuar dejando que unas cuantas excusas te sirvan para autoconvencerte de que tu problema es que “heredaste los genes de la gordura”? ¿De que “tu obesidad se debe a que tienes el metabolismo lento”? ¿De que “tu cuerpo tiende a retener líquidos” y “que no es que seas gordo, sino que eres de huesos grandes o de contextura gruesa”?  ¿O vas a considerar la probabilidad de que todas estas no sean nada más que excusas?

Si genéticamente eres propenso a la gordura, y además no tienes buenos hábitos de alimentación, ni haces ejercicio, ni cuidas tu salud, lo más seguro es que sí termines siendo obeso. Claro que tu metabolismo juega un papel importante, pero a lo mejor tu sobrepeso se deba a que, aparte de tener un metabolismo lento, comes más de lo necesario. Así que no te engañes; aunque los huesos grandes son más pesados, nadie tiene 40 o 50 libras de sobrepeso por tener huesos grandes o retener líquidos, sino por sus malos hábitos alimenticios y por llevar una vida poco saludable. Entonces toma ya mismo la decisión de matar esta vaca y ejercer control sobre tu vida de manera que goces de la salud óptima que mereces.

“Lograrás lo que deseas cuando dejes de dar excusas sobre por qué no lo tienes. ¡Mata tus vacas!”

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